Iñaki Carro, abogado y compañero de la letrada que asiste a los okupas, no entiende los motivos de la detención pues, según ha explicado, los ahora arrestados han ejercido una “resistencia pasiva”.
En todo caso, a su juicio, deberían ser acusados únicamente de desobediencia leve por haberse negado a abrir la puerta a la comitiva judicial.
Lo cierto es que la Ertzaintza ha tenido que emplearse a fondo para poder ejecutar la orden judicial de desalojo.
Los agentes se han visto obligados a hacer uso de cizalla, maza y palanca para retirar la puerta de entrada.
No ha sido una tarea fácil y el desalojo se ha prolongado durante varias horas.
Mientras, en el exterior, varias decenas de personas concentradas han mostrado durante toda la mañana su rechazo al desalojo:
Algunos vecinos del Bullón han destacado que los okupas desalojados, que llevaban más de 10 años viviendo en la casa, no “daban problemas”.
Hay quien también ha vinculado el desalojo a un pelotazo inmobiliario; el barrio se encuentra fuera de ordenación urbana desde hace 25 años por lo que las viviendas se han ido deteriorando, dando origen, en su opinión, a una especulación urbanística, al favorecer que las constructoras puedan hacerse fácilmente con los inmuebles para edificar nuevos pisos.
El despliegue policial ha sido intenso durante toda la mañana en el barrio del Bullón; sumando una quincena de recursos policiales; entre coches patrulla y furgonetas, y más de medio centenar de agentes.
Únicamente, se ha vivido un momento de tensión cuando la Ertzaintza ha intentado abrir un paso entre los concentrados para que pudieran acceder los albañiles encargados de tapiar el inmueble una vez desalojado: