Así lo ha explicado el concejal de Obras y Servicios, Álvaro Aresti, quien ha señalado que “se ha instalado una quincena de trampas físicas en las bases de los árboles en los que no se ha podido actuar previamente en la primera fase –en Santa Eulalia, Mirabueno y el entorno del CIFO-, evitando de esta manera que las procesionarias que nazcan puedan descender del árbol y estar al alcance de txikis y perros, principales víctimas potenciales de los pelos urticantes de estas orugas”. Estos trabajos acometidos tienen un precio aproximado de 2.000 euros, contemplados dentro de las labores de Ranzari.
Como novedad, en esta ocasión se ha procedido a hacer, durante el otoño pasado, un tratamiento de endoterapia, que consiste en inyectar a los árboles un tratamiento químico que llega a través de la savia hasta las hojas de los mismos, y al ser ingeridas por las larvas de oruga, estas mueren al momento, evitando de esta manera una posterior actuación sobre nidos ya existentes ni sobre posibles procesionarias que alcancen el suelo.
En caso de encontrarse procesionarias, se recomienda no acercarse a las mismas, con el fin de evitar problemas como dermatitis, rinitis o asfixia. No es necesario el contacto directo con ellas para tener un incidente, ya que en cuanto se ven amenazadas pueden lanzar sus pelos al aire, generando irritaciones y alergias.