La crisis de esta histórica institución jarrillera se desencadenaba con la marcha de la congregación de religiosas que ,durante 100 años, han atendido a los residentes; esto ha incrementado de forma exponencial los gastos de personal, agravado por el elevado absentismo laboral, que se acerca al 20%.
Así las cosas, para atender a 76 residentes, hay que pagar la nómina a unos 70 empleados; entre ellos, nuevos perfiles como psicóloga, fisioterapeuta o animador socio cultural en cumplimiento de la última normativa de Diputación.
Los mayores contribuyen con el 80% de su pensión; de esta forma, el coste de cada plaza está valorado en cerca de 2700 euros pero algunos residentes apenas pagan 500 euros.
La dirección se ve obligada a “sacar de la chistera” todos los meses más de 74.000 euros
Un plan de viabilidad recomienda actualizar las tarifas para futuros ingresos, y “liquidar” los activos inmobiliarios de la entidad para acumular mayor volumen de activos financieros “bien gestionados”.
El asilo atesora un buen patrimonio; los pisos, lonjas y garajes de su propiedad tienen un valor patrimonial de 11 millones de euros, pero su rentabilidad apenas alcanza el 1,4%; derramas, morosos y , cada vez más, bajos alquileres se han convertido en una pesada carga.
En los últimos 4 años, el desfase económico ha ascendido a 4 millones de euros; de seguir, así, la entidad habrá quebrado en un plazo de 10 años.
La llamada Junta de Caridad ha hecho pública esta delicada situación, convocando a una reunión a la sociedad jarrillera dado que “el pueblo de Portugalete es el dueño del Santo Hospital del Glorioso San Juan Bautista”.
La primera acta de esta institución se remonta a 1783.
Convertido hoy en residencia de mayores, el asilo fue creado para dar cobijo a los portugalujos pobres.
Aspira a seguir prestando una atención de “calidad y calidez” a todos los portugalujos “sin que el dinero sea un problema” para acceder a la institución.