Se trata de una tradición muy singular de la villa , que se celebra cada miércoles de ceniza.
En los últimos años está adquiriendo más fuerza, al atraer a muchos portugalujos, que acompañan el cortejo fúnebre.
Con la participación de la Banda Municipal de Música, los Barbis Taldea, y las corales Sorozabal, Salazar y Pleamar; plañideras y porteadores trasladan en su féretro a una “sardina gallega”, recorriendo el centro de la villa.
A lo largo del recorrido se realizan diversas paradas para que los miembros de la comitiva junto con los vecinos que les acompañan, entonen la célebre canción de despedida.
Terminan en la Plaza del Solar, donde se quema la sardina carnavalesca, disfrazada este año de dragón.
Cuando sólo quedan cenizas, cierra el acto una colección de pirotecnia.