La lluvia, que ha deslucido la fiesta durante toda la mañana, cesaba a mediodía, y daba paso a una nueva demostración de fervor jarrillero.
Los portugalujos han cumplido con la tradición, y la bajada de las 3 de la tarde, se ha convertido, un año más, en un acto multitudinario.
La calle Koskojales de nuevo se ha visto desbordada por una multitud cantando el emblemático «Tengo un novio txikitin» (El Airoso) a pleno pulmón.
La fanfarria Gazteleku, esta vez ubicada bajo la hornacina de la virgen, ha sido también este año la encargada de poner la música.
Después, Los Barbis Taldea ha cogido la batuta del emotivo canto a la Virgen de La Guía.