Se trata de 10 adoquines, con una pieza de latón y que sobresalen unos centímetros del suelo, con los nombres, fecha de nacimiento y campo de concentración al que fueron deportados 10 vecinos de la localidad.
La iniciativa surgida del colegio Alazne ha recibido el visto bueno del artista alemán diseñador de estas “piedras” que se emplean, desde 1992 en todo el mundo, para recordar a las víctimas del holocausto.