El Gobierno Vasco no lo ha construido durante la crisis, pero tampoco lo hizo en épocas de bonanza; se lamentan los padres.
Los alumnos se ven obligados a pasar de un edificio a otro, cruzando calles y carreteras, para asistir a clase de gimnasia.
El único espacio de que disponen es un pequeño gimnasio, habilitado en su día en un sótano, al que los niños llegan empapados los días de mal tiempo.
Los más mayores se desplazan hasta el Centro de Formación Profesional de Repélega.