El estudio encargado por la Diputación a la empresa Saitek concluye que la “extraordinaria magnitud de las mareas habría podido provocar, por sí misma, los efectos sobre la calle San Ignacio, aun habiéndose mantenido la urbanización previa a la construcción del nuevo puente».
Así lo ha señalado el diputado de Infraestructuras, Carlos Alzaga, en el pleno de las Juntas Generales celebrado hoy.
El responsable foral ha insistido en que aquel 11 de marzo se dio “la tormenta perfecta» para que la inundación fuera inevitable.
Concurrieron varios factores que elevaron la lámina de agua, ha añadido. “Unas mareas muy vivas; unas precipitaciones que aportaron más agua al cauce del Nervión, las bajas presiones atmosféricas detectadas, y las rachas de viento de hasta 70 kilómetros por hora que metieron más agua en el cauce fluvial”.