Niega que haya proferido amenazas a los jóvenes. Por el contrario, “entabló una conversación con ellos para ver si necesitaban algo”.
Afirma, además, que el restaurante no está en desuso.
Siguiendo todos los cauces legales emprendidos hace al menos dos años, está a la espera de obtener del Ayuntamiento de Erandio todos los permisos necesarios para convertir el antiguo restaurante en una residencia de mayores.