También generan compost para alimentar a sus propias lechugas, acelgas, tomates, fresas, calabacines… y un largo etcétera de productos Km0.
En el huerto escolar, los estudiantes aprenden “sin darse cuenta”, de una forma divertida, y en equipo.
El proyecto surgió hace 4 años de la mano de la mano de un profesor de este centro educativo barakaldés, y es un complemento del trabajo en el aula.