Son una treintena de piezas, creadas con material reciclado, que desbordan «fantasía, originalidad e imaginación».
En apenas unos días, 200 personas han pasado ya por la sala de exposiciones, elogiando la obra de Txema Trinkkado, que, lejos de considerarse un escultor, a lo sumo, admite que se le califique de artista.
Es, de hecho, también un experto en fotografía creativa, caracterizada, igualmente, por la «locura» de sus composiciones.