Desde 2004 el Ayuntamiento mantiene una estrecha colaboración con los jóvenes usuarios de lonjas y, ahora los responsables municipales han querido conocer el efecto de la pandemia en su salud emocional.
Con este objetivo, se ha realizado una encuesta que han cumplimentado más de 200 chavales.
El 94% de ellos señalan que el cierre de la lonja ha supuesto un cambio en su relación con los amigos.
Y recuerdan que estos espacios son para ellos un refugio físico, pero , sobre todo, emocional.
Pero además de haber impactado emocionalmente, consideran un agravio el cierre de las lonjas porque durante un tiempo sí se permitieron los txokos cuando los espacios de ocio juvenil estaban cerrados.
Durante la crisis del Covid han desaparecido 9 lonjas en la villa jarrillera; han pasado de 32, con 600 usuarios, a 23, con 400 jóvenes.
Si buena parte de ellas aún se mantienen ha sido, en buena medida, gracias a que sus propietarios no les han cobrado el alquiler.