Justo Sacristán, de 41 años de edad, perdió el 92% de la visión hace menos de un año.
Trabajaba como mecánico, y ahora percibe un Ingreso Mínimo Vital de “520 euros”.
Duerme en los cajeros, pórticos de iglesias o bancos públicos de la localidad dado que en el albergue municipal no le han acogido porque “no puede valerse por sí mismo”, según señala.
Hace una semana firmó los papeles que el Ayuntamiento tiene que enviar a la Diputación para que ésta tramite su ingreso en un recurso socio sanitario, “una especie de residencia”, añade.
Sin embargo, esos documentos todavía, según apunta, no han llegado a la institución foral.
Y mientras, Justo, sigue en la calle.
El albergue de Barakaldo está destinado a personas autónomas
Esta es la razón por la que Justo Sacristán no puede acceder a este recurso municipal, según señalan desde el área de Cohesión Social del Ayuntamiento.
Añaden que esta persona ha sido atendida por dos trabajadores del departamento y que tiene pendiente la declaración de un grado de dependencia por parte de la Diputación.
La documentación ya está enviada, señalan, y está pendiente de recibir la resolución que le dará derecho a usar un recurso residencial foral.