No ha faltado ni el Cristo real crucificado.
El camino a la cruz, como no podía ser de otra forma, se ha realizado de balcón a balcón, mientras los cofrades, ataviados con los obligados capirotes, guardaban religiosamente el ritmo del paso.
Esta pasión viviente ha tenido lugar en Kueto.
Amigos de los protagonistas nos cuentan que estos vecinos llevan toda la cuarentena alegrando al barrio,haciendo más llevadero el peso de la cruz del confinamiento.